EL PACTO INCUMPLIDO
Parece
innecesario a estas alturas de progreso social, recordar principios tan
aparentemente asumidos desde hace varios siglos, pero, por ser tan ciertos e
indelebles no han perdido ni un ápice de actualidad. Es así que debemos tenerlos
presentes para afianzarnos en nuestros derechos como ciudadanos.
Nunca
debimos haber admitido, como acaece al día de hoy, afirmaciones, no por ello
menos ciertas, de la existencia de ciudadanos de primera, de segunda, tercera y hasta una
interminable lista de degradación.
Esa
realidad axiomática, se debe a los incumplimientos de los pactos sociales que tuvieron
su origen ya en el siglo XVIII.
Jean
Jacques Rousseau en su libro mas conocido, El Contrato Social hace afirmaciones tales como “El hombre ha nacido libre, y sin embargo
vive en todas partes entre cadenas…” “ En tanto que un pueblo está obligado a
obedecer y obedece, hace bien, tan
pronto como puede sacudirse su yugo, y lo sacude, obra mejor aún, pues recobrando
su libertad con el mismo derecho con que le fue arrebatada, prueba que fue
creado para disfrutar de ella. De lo contrario, no fue jamás digno de
arrebatársela”.
Rousseau,
afirmaba que el hombre en sociedad está obligado a obedecer en base al compromiso pactado socialmente, y
salvo causa que lo justifique, no debe romper ese pacto de obediencia, pero en
cambio está legitimado a no obedecer cuando el pacto ha sido incumplido por
aquellos que ,legitimados por la representación otorgada en el pacto, han
incumplido sus obligaciones contenidas en su compromiso público de hacer
aquello que les fue encomendado y aceptado libremente.
La
transigencia como causa desencadenante es la parte de culpa de los individuos
en la relación social que ha permitido
al poder democráticamente elegido relajarse en el cumplimiento de sus
obligaciones contenidas en sus programas políticos.
El “ bueno, que le vamos a hacer” “ Al menos
estos roban menos que los otros..” “Tu no te metas en líos…” “No seas tonto, yo
si estuviera en su lugar haría lo mismo..”.
Y un sinfín de frases tan perversas e inconscientes han ido acrecentando
el grado de impunidad de los órganos de poder creando una tela de araña que se
ha expandido a todos los sectores de la sociedad, mientras los individuos
sociales nos limitábamos a constatar nuestra impotencia y conformismo en la
resignación ante lo que considerábamos
imposible, hasta que se ha llegado a tal grado de degeneración
individual y colectiva que no podemos soportar nuestro propio reproche.
Resulta
triste que ésta haya sido la razón principal dela reacción y es por ello que no debemos envolvernos en la
bandera de la libertad, la justicia y la razón y ser consciente de que con
nuestro comportamiento miserable, lamiéndonos nuestras propias heridas, hemos
contribuido a esta situación que por inadmisible y no por convencimiento
cívico, es causa legítima de desobediencia y recuperación de nuestra libertad
que, como afirmaba Rousseau, justifica
el rompimiento del pacto social
incumplido por ambas partes; eso sí
dejando constancia cierta que los gobernantes han incumplido obligaciones de
mayor rango y de tipo legal, mientras en
los individuos sociales su reproche
sería mas de contenido ético moral que jurídicos, y que aquellos lo han hecho
con propósito de enriquecimiento
personal cuando estaban obligados a anteponer los intereses públicos sobre los
privados incurriendo incluso en actuaciones de tipo delictivo, no solo de carácter
político.
No
hay ni debe haber oportunidad de promesa
de regeneración democrática, de permitir tal propósito estaríamos facilitando nuevamente el engaño y el riesgo
de continuar en esta situación de denigración individual y colectiva.
No
se han equivoca. Nos han engañado una y otra vez y mucho mas, han llegado
incluso a cometer delitos, cuya pena no puede extinguirse ni con promesas
regeneracionistas, ni con leyes de punto final, sino que deben serlo por el
cumplimiento estricto de la pena establecida en las leyes, no perdiendo de vista
el ejercicio de un control de presión sobre los órganos encargados de administrar
justicia, cuyas administradores son también muy culpables de la situación, por
lo que, en su momento, la sociedad
deberá exigirles también
responsabilidad.
Eso
sería una democracia deseable como pretende PODEMOS; por tanto resulta perverso
decir que su programa se basa en la dictadura bolivariana, cuando ya hace mas
de dos siglos así lo proclamaba un pensador ilustre . Va a resultar que además
de torpes, mediocres, e inmorales sean también analfabetos.
No nos dejemos engañar por estos miserables
que nos gobiernan y no hagamos buena la frase de “mas vale malo conocido que
bueno por conocer”; es propia de cobardes y egoístas.
Juan
Pedro Dueñas Santofimia
Sevilla
Octubre 2014