La justicia penal. Un mercadillo
“Tanto más justa y útil será la
pena cuanto más pronta fuere y más vecina al delito cometido” (Cesare
Beccaria.- De los Delitos y las Penas).
Esta pretensión boga en el alma de los seres
humanos secularmente y hoy, a un paso de conquistar el plante Marte, aún los
míseros humanos no hemos conseguido algo tan consustancial con la convivencia
social como es la pronta administración de justicia.
No se puede decir que resulte
imposible, porque no lo es. Ocurre que lo que no hay es voluntad cierta de
conseguir una administración de justicia, rápida eficaz y con una innegable
base de justicia social.
Que el Poder Judicial está
cautivo es un clamor generalizado, y resulta triste que este cautiverio no se
deba sola y exclusivamente a la carencia de medios materiales para un
funcionamiento adecuado a los tiempos, no solo es la carencia de los medios. Es
mucho mas trascendental la actitud de los sujetos que la administran, que se han
coaligado con el sistema y han silenciado su voz por motivos espurios tanto de
miedo personal como de verse inmersos en críticas sociales y sobre todo
cercenar sus posibilidades de ascenso en la carrera judicial.
Recientemente se ha producido una
voz en el desierto que despierta cierta esperanza en la conciencia de jueces y magistrados,
una voz autorizada como es la del Presidente del Tribunal Supremo, afirmando
públicamente que la ley procesal penal está hecha para perseguir a roba
gallinas.
¿Ahora, al cabo de los años se
dan cuenta de que eso ha sido siempre así? o, al menos, para ser rigurosos,
desde finales del siglo XIX de que data la referida ley (aunque haya habido
multitud de parches).
¿Es posible que su falta de
criterio les haya impedido ver que la
situación de la justicia es insostenible?
El Consejo General del Poder
Judicial, máximo órgano de gobierno de jueces y magistrados se mueve a golpe de pito. Es un poder
secuestrado porque sus miembros se deben al señor que los designa y estos
señores pertenecen a la sociedad de las llamadas “castas”.
Hay algunos sujetos
comprometidos, algunos Juan Salvadores Gaviota que por pretender volar por su
cuenta les han cortado las alas, y son utilizados como chivos expiatorios para aviso
de navegantes.
No pueden ser admitidas
soluciones como las que se pretenden ante los tribunales del orden penal
proponiendo acuerdos de conformidad en la aceptación de una pena que, en la
mayoría de los casos los imputados se ven forzados a aceptar sin ni tan siquiera la previa
declaración de culpabilidad. Un mercadillo en el que el ciudadano es mercancía
de cambio, sujeto a un resultado estadístico. Bueno algunos ciudadanos, otros
no; y todo ello como solución para conseguir
una justicia mas rápida. Es algo que no se puede admitir ni permitir.
Juan Pedro Dueñas Santofimia
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